viernes, 11 de noviembre de 2011

Primera Plana de Billy Wilder


Aula de Cine proyectará el viernes 18 de noviembre la película Primera Plana (Front page 1974) de Billy Wilder.







Comentario de Ángel Lapresta para El Criticón:

Chicago, años 20. Earl Williams (Austin Pendleton) está a punto de ser ejecutado tras asesinar a un policía.

El director del periódico “Chicago Examiner”, Walter Burns (Walter Matthau), desea que su periodista estrella, Hildy Johnson (Jack Lemmon), cubra la noticia, pero éste, en vísperas de contraer matrimonio con Peggy Grant (Susan Sarandon), rechaza el trabajo.

En una de sus últimas películas, Billy Wilder aborda una nueva adaptación de la obra de teatro de gran éxito en Brodway del mismo título, que ya fuera adaptada al cine en 1940 por Howard Hawks y previamente por Lewis Milestone.

Si Hawks y Wilder respetan fundamentalmente el argumento del texto original, el cambio en el personaje del periodista obcecado por su trabajo, de mujer en Hawks, a hombre (Jack Lemmon) en el segundo, le hace perder una serie de matices en la relación mujer-familia-trabajo, centrándose Wilder únicamente, en la ética del periodismo y la política.

“Primera plana” habla pues de la industria de la información y de la industria de la justicia; es decir del dinero y del poder.
Un condenado a muerte se ha fugado y es descubierto por un famoso periodista, quien está dispuesto a ayudarle, pero a condición de que le conceda una entrevista en exclusiva. Al margen, se descubre que el hombre es inocente, pero a pesar de eso, se le va a ejecutar, pues para los políticos locales es una buena propaganda, de cara a las inminentes elecciones.
La prensa libre, pues, no queda mejor que la justicia corrupta: una noticia sólo es una mercancía, y la entrevista con el condenado está ahora a precio de saldo.

Como en la versión de Hawks, el trabajo de Wilder resulta una crítica descarnada, y a la vez, una buena y divertida comedia. No obstante, en esta nueva versión, aunque ambientada en los años veinte, deja traslucir las amargas experiencias de las tres décadas que las separan: un conflicto mundial, otra enquistada guerra fría, la persecución ideológica del comunismo, o más directamente el caso Watergate.
Temas que no se abordan directamente pero que marcan claramente todo el clima de la película.

La atemporalidad de la historia, de vigente actualidad, y sin embargo situada medio siglo antes, vista a través de la experiencia escéptica de Billy Wilder, parece anunciarnos que nada va a cambiar.



Comentario de Alejandro G. Calvo para Miradas de Cine:

A propósito del ramake:

Billy Wilder, bien estuviera acompañado por Brackett o por Diamond, guionizó todos sus films prácticamente siempre adaptando obras teatrales, algunas muy conocidas, como Testigo de cargo (Witnes for the Prosecution,1957) o La tentación vive arriba (The Seven Year Itch, 1955), de Aghata Christie y George Axelrod, respectivamente, otras menos conocidas como Irma la dulce (Irma la Douce, 1963) o Aquí un amigo (Buddy, Buddy, 1981), de, también respectivamente, Alexandre Breffot y Francis Veber. Sin embargo, únicamente fue con Primera plana (1) (que también venía de una obra teatral de Ben Hetch y Charles MacArthur), donde Wilder hizo propiamente un remake, se podría decir que doble, pues ya se habían hecho dos versiones anteriores: Un gran reportaje (The Front Page, 1931. Lewis Milestone) y Luna nueva (His Girl Friday, 1940. Howard Hawks). ¿A que fue debido? Seguramente Wilder, que en su periplo por los setenta se había visto injustamente tratado por crítica y público al haber rechazado, si se me permite, de manera incomprensible sus dos films precedentes: La vida privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970) y ¿Qué ocurrió entre tu padre y mi madre? (Avanti!, 1972), quiso asegurar un valor seguro, aprovechando la tendencia del cine de éxito de la época por la revisión de temas de corte clásico del estilo de El golpe (The Sting, 1973. George Roy Hill) y El gran Gatsby (The Great Gatsby, 1974. Jack Clayton), y así, teniendo como insuperable baza a una de las mejores parejas cómicas de la historia del cine, la formada por Matthau-Lemmon, conseguir congratularse con crítica y público... como al final ocurrió, llegando a convertirse Primera plana en la última gran obra reconocida de Wilder, hasta el punto, de que por ejemplo, el día que murió el amigo Billy, se reemitiera por n-ésima vez en TV el film junto a El apartamento, por encima de obras tan maravillosas como Perdición (Double indemnity, 1944) o Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959).

Personalmente siempre he creído que un remake ha de aportar algo nuevo a una obra ya editada, esa es la razón, por ejemplo, por el que el remake de Sabrina (Ídem, 1954) a manos de Sydney Pollack (Ídem, 1995) me parece una solemne tontería. Curiosamente, Wilder, más que reinventar la obra de Hetch y MacArthur, lo que hizo fue devolverla a sus orígenes teatrales, volviendo a situar a la pareja protagonista como dos hombres, al contrario que hiciera Hawks en la maestra Luna nueva, que intercambio el papel de Hilby (hombre) por el de Hildy (mujer), para así construir una screwball comedy maravillosa, con la habitual lucha de sexos presentes en estos tipos de film. Desde luego, encuentro la obra de Hawks insuperable, tanto en personajes como en situaciones (esto hasta la fecha era impensable en Wilder: los personajes secundarios de Primera plana son bastante insignificantes, claro está, que el 99% de la actuación es absorbida por el dúo Mattahu-Lemmon), de ahí que Primera plana, a mi parecer, sea más floja que la obra de Hawks, no sólo por su ritmo, más atenuado, si no por el propio calado de la historia. Y es que si bien los periodistas de Wilder parecen poco éticos, los de Hawks parecen leones; y este curioso intercambio de cinismo (Wilder siempre fue mucho más corrosivo que Hawks), es lo que a mí más me sorprende de Primera plana.

De alguna manera, si pensamos en el arte del remake como la revisitación de un mismo tema desde distintos ángulos, Billy Wilder si que hizo muchos remakes, pero fueron todos de obras suyas. Me explico: parece evidente que Fedora (Ídem, 1978) es la prolongación en el tiempo de El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950), y que Ariane (Love in the Afternoon, 1957) es el mismo poema romántico que el de Sabrina, o que Traidor en el infierno (Stalag 17, 1953) acaba por rascar en los mismos temas que Cinco tumbas al cairo (Five graves to Cairo, 1943), y bueno, podíamos seguir: ¿No alude Con faldas y a lo loco a la misma conquista que en El mayor y la menor (The Major and the Minor, 1942)? ¿El amable Baxter de El apartamento no podría ser el arrogante Ambruster de Avanti!? ¿O es que tratan mejor los empleados de Coca-Cola a los alemanes en Uno, dos, tres (One, Two, Three, 1961) que los soldados norteamericanos en Berlín-Occidente (A Foreign Affair, 1948). Visto esto, será fácil señalar que el despiadado Charles Tatum de El gran carnaval (The Big Carnival/Ace in the Hole, 1951) se distribuye por todos los malos bichos que son los protagonistas de Primera plana.



Sin embargo no quisiera crear una opinión errónea de Primera plana, posiblemente, la mejor colaboración del trío Wilder-Mattahu-Lemmon, en absoluto. El film es un derroche de humor y diálogos obscenos como nunca Wilder había mostrado antes. Atender si no al diálogo del psiquiatra y el recluso Williams:

Doctor: —Dígame señor Williams, ¿tuvo una niñez desgraciada?
Williams: —Pues no. Tuve una niñez perfectamente normal.
Doctor: —Ya... Deseaba matar a su padre y acostarse con su madre.
Williams: —Si va a empezar a decir guarradas...
Doctor: —Cuando cursaba estudios de primaria, ¿solía usted masturbarse?
Williams: —No señor, no me gustan esas cosas, me respeto a mí mismo y respeto a los demás. Quiero a todo el mundo...
(El sheriff interrumpe)
Doctor: —Volvamos a la masturbación... ¿le pilló su padre alguna vez en el acto?
Williams: —Él nunca estaba en casa, era revisor de los ferrocarriles Chicago Noroeste.
Doctor: —Muy significativo... Su padre llevaba uniforme, igual que el policía, así que cuando él sacó el arma, símbolo fálico inequívoco, usted creyó que era su padre que iba a atacar a su madre.
Williams (al Sheriff): —Está loco…

Así pues, mucho humor negro en este buen remake de Wilder, que volvería a sufrir otra adaptación en la horripilante Interferencias (Switching Channels, 1988. Ted Kotcheff) para mayor gloria de Burt Reynolds, Kathleen Turner y Christopher Reeve.


(1) No vale contar como remake El apartamento (The Apartment, 1960), que estaba basada en el personaje que les ofrece a los amantes de Breve encuentro (Brief Encounter, 1946. David Lean) un apartamento para pasar la noche.

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