viernes, 6 de julio de 2007

Tres clásicos de Jacques Tourneur: I) La mujer pantera






Cat People, 1942. Jacques Tourneur
Por Natalia Vias, publicado en Miradas de Cine
«Sea lo que sea lo que hay en mí es inofensivo cuando soy feliz»

A principios de los años cuarenta la RKO decide emprender la producción de una serie de películas de terror para aprovechar el tirón que había conseguido con ellas la Universal la década anterior. El encargado de llevar a buen término estas producciones será Val Lewton, productor sensible y culto que imprimirá nuevos e interesantes aires al género.

Lewton forma un pequeño equipo de producción para abordar la producción de La mujer pantera. Para este primer proyecto contará con Jacques Tourneur en la dirección, Mark Robson en el montaje, a Nicholas Musuraca le encargará la dirección de fotografía, a Roy Webb la música y a D´Agnostino la dirección artística.

Tourneur, director muy personal, coincidía con Lewton en su concepción de cómo abordar el género. Gustaba de trabajar con gran sencillez, sin grandes complicaciones en la planificación de la fotografía o el trabajo de la cámara. Compartía con Lewton la fórmula básica de cómo crear atmósferas; Permanecer muy cerca de los actores, no utilizar nunca trucos y sin embargo crear una atmósfera extraña, es mucho más difícil. Tanto en esta primera película como en las dos siguientes que rodaría con Lewton; Yo anduve con un zombie (I walked with a zombie, 1943) y El hombre leopardo (The leopard man, 1943) demostró su elegancia y talento detrás de la cámara y su sensibilidad al lograr que sus películas destilaran lirismo y magia.
La mujer pantera forma parte de esas escogidas películas que gracias a su cuidada producción, su profundidad y extraña belleza han sabido hacerse con un lugar muy especial dentro de la historia del cine. El público por primera vez en mucho tiempo pudo disfrutar en la pantalla con un terror más cercano, en el que los personajes sujetos y objetos del mismo eran personas de carne y hueso. Lewton y Tourneur habían dejado de lado a vampiros, momias y hombres lobo para adentrarnos en un mundo de atmósferas, de extraños momentos en donde predominaba lo sobrenatural y en donde el terror lo dirigirá y lo sufrirá el ser humano. El terror para ser sensible, ha de ser familiar-diría Tourneur.

El argumento es muy sencillo incluso pueril, podría ser un cuento escrito para niños. Irena Dubrovna, diseñadora de origen servio vive sola en Nueva York. Conoce a un diseñador naval, Oliver Reed quien se da cuenta de que Irena vive obsesionada por una antigua leyenda servia sobre mujeres que se convierten en pantera. Ambos se casan y Oliver intenta que Irena supere su obsesión y el bloqueo emocional que le produce consultando a un psiquiatra. Irena empeora y Oliver se consuela confesándole sus miedos a Alice, su compañera de trabajo. Oliver, sin encontrar remedio, pide el divorcio a Irena quien celosa ataca convertida en pantera a Alice, de quien sospecha enamorada de su marido. El psiquiatra, que se siente atraído por Irena, intenta seducirla. Irena se revuelve y convertida una vez más en pantera le ataca. Es herida de muerte por el médico y, atravesada por un estoque, cae muerta delante de la jaula de la pantera negra en el zoo. La pantera se escapa y es atropellada.

No sólo lo sobrenatural se da la mano con lo cotidiano sino que las emociones más primarias como los celos o el bloqueo emocional que siente la protagonista Irena se ven envueltos en antiguas leyendas sobre seres diabólicos o remotas supersticiones. Lo más salvaje de la naturaleza, como las múltiples referencias a la ferocidad de la pantera negra, se mezcla con las debilidades del ser humano, el amor, los celos y la violencia que desembocará en la muerte. Una muerte que la protagonista presiente desde el principio, en la primera escena Irena ante la jaula de la pantera la dibuja atravesada con una espada. Su muerte es muy similar, atravesada con un estoque cae herida de muerte ante la jaula.

Irena, dulce, casi infantil, con voz ronroneante y ojos de gato, se ve arrastrada poco a poco por una superstición que la atrae y acaba trasfigurando en pantera. Su ingenuidad y sensualidad contenida se convierten en ferocidad y en la fuerza del felino. Sus celos hacen de detonante para su transfiguración. Sea lo que sea lo que hay en mí, es inofensivo cuando soy feliz. Para Román Gubern, Irena sería una variante del mito del hombre-lobo o del Dr. Jeckyll y Mr Hyde. Es al mismo tiempo la bella y la bestia, mujer-gata y mujer-pantera. "Algunas noches se oye otro sonido, el de la pantera. Grita como una mujer. No me gusta" dirá Irena.

La película está cargada de una pesada y extraña atmósfera. Está sutil y elegantemente trabajada, desde los primeros extraños detalles de la acción como la magnífica secuencia en la pajarería cuando los animales se alteran en cuanto Irena entra en ella o la muerte del pájaro al meter Irena la mano para sacarlo de la jaula. La inquietud que nos produce la acción está potenciada por el trabajo cuidadoso y efectivo de las sombras. Su verticalidad gracias a todos los elementos del decorado, la barandilla de la gran casa, las rejas de las jaulas... crean la sensación de que los personajes se encuentran enjaulados, encerrados entre los márgenes que las sombras proyectan.

Y en la oscuridad se esconde lo que inquieta y aterroriza. Lewton y Tourneur trabajaron todas las escenas importantes con esmero situando el objeto del terror en off, fuera de plano. La persecución de Alice en la noche, la secuencia de la piscina o la muerte de Irena están sugeridas porque lo que no se puede percibir provoca en el espectador más inquietud y desasosiego.

Los espacios donde se sitúa la acción, a los que Tourneur daba gran importancia, añaden tensión a lo que la historia cuenta. Sacaban partido del espacio con la fotografía y el uso sonido; la pajarería, la casa de Irena, el zoológico o la piscina. La magnífica escena que se desarrolla en esta última ha quedado como ejemplo del magistral trabajo de Lewton y Tourneur. Se desarrolla en oscuridad, Irena se pasea convertida en pantera acorralando a Alice que, indefensa, está dentro de la piscina y ve asustada como las sombras y el rugido del felino la tienen cercada. Aquí se dan condensados los elementos que ambos cineastas utilizaron para crear terror; la oscuridad, el miedo a los felinos y el agua.

Lewton, que contaba con muy poco presupuesto, reutilizó los decorados de las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers para las escenas en Central Park y el enorme decorado de la película de Welles El cuarto mandamiento (The magnificent Amberson, 1942) para situar en él el exterior de la casa de la protagonista. Los demás decorados, sencillos y aprovechados también de otras producciones, fueron sin embargo elegidos con esmero teniendo en cuenta que fueran apropiados a lo que cada secuencia requería.

La mujer pantera está cargada de una tensión oculta que recorre la historia. La película respira sensualidad, peligro e inquietud en cada fotograma. Mantiene, aún pasado el tiempo, un magnetismo casi irreal. Todo ello lo supo valorar el público y la crítica norteamericana dándole su apoyo inmediato. La película supuso cuantiosos beneficios para la RKO que no conseguía remontar la crisis desde la producción de Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941. Orson Welles). Lewton y su "pequeña unidad" mantuvieron durante años la confianza del estudio para repetir la fórmula de éxito con otras producciones posteriores. Sin embargo, ninguna de ellas conseguiría la perfección y profundidad artística de esta primera.

He asistido varias veces a la proyección en cine de La mujer pantera en salas de diferentes lugares y siempre me ha sorprendido el aplauso final que el público, mayoritariamente joven, otorga al final de cada proyección. La película mantiene intacto aquello que el público de los años cuarenta también supo apreciar, la capacidad de crear una magnífica obra con inspiración y talento.

Bibliografía consultada
Festival Internacional de cine de San Sebastián. Filmoteca Española. Jacques Tourneur. Manny Farber, Val Lewton. 1988. págs. 49 a 73.
Jewell, Richard B., Harbin, Vernon. The RKO story. Octopus Books, London, 1982.
Gubern, Román, Prat, Joan, Las raíces del miedo. Antropología del cine de terror. Tusquets Editores.Barcelona, 1979.
Siegel, Joel E. Val Lewton; the reality of terror. Secker and Warburg Limited, British Film Institute. London, 1972.
Prawer, S.S. Caligari´s children; the film as tale of terror. Oxford University Press, London, 1980.

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